La mayor parte de los equipos que se usan en los laboratorios clínicos para procesar muestras, tienen la capacidad de comunicarse con los sistemas de información para laboratorio (LIS).
A través de esta comunicación el sistema le indica al equipo que pruebas va a realizar en una muestra y el equipo le regresa los valores de cada analito. El identificador de una solicitud, regularmente se imprime en un código de barras que se adhiere al tubo con la muestra.
Los principales beneficios son:
· la eficiencia, ya que la automatización permite a un laboratorio procesar más solicitudes en menos tiempo y
· la reducción del número de errores, pues es fácil equivocarse en la transcripción de resultados.
A grandes rasgos la interfaz implica un medio de comunicación entre el equipo y la LIS, que puede ser por cable serial o ethernet, en forma inalámbrica por Bluetooth o WiFi o a través de archivos que se depositan en una computadora visible para los dos equipos, dependiendo de cada instrumento. Posteriormente interviene un protocolo de comunicación que son las reglas que deben seguir ambos equipos para que la información que se envían entre ellos tenga sentido. Esto puede ser HL7 o ASTM, entre otros. Por último, hay un proceso de configuración, en donde un ingeniero ajusta los parámetros de comunicación del equipo y la computadora y realiza la homologación de los códigos de pruebas, para traducir la forma en que la LIS conoce una prueba con el valor con que la identifica el instrumento.
Aunque esto resulta un poco complicado la primera vez que se hace, es un esfuerzo que vale la pena, ya que repercute en un servicio más seguro para los pacientes y permite a los químicos concentrarse en el correcto funcionamiento del laboratorio y la validación de resultados.